miércoles, 18 de julio de 2007

Tipos de Morfemas

Morfo cero
Un tipo de morfo interesante es aquél que no tiene realización fonémica audible. La consideración de esta ausencia de contenido fónico como una relación, con frecuencia ayuda a hacer más sencillo y sistemático el análisis morfológico, ya que el hecho de que un determinado morfema no tenga realización fónica no impide considerarlo un miembro de pleno derecho de la clase de equivalencia que forma el morfema sobre la base de relaciones paradigmáticas sistemáticas.
Un ejemplo de esto lo encontramos en español en la palabra atlas. Aquí el morfema de número no está presente, y esa es precisamente la razón por la cual el número es singular
Morfemas amalgama, morfema cero y morfemas discontinuos.

Acabamos de ver que hay veces en que en un mismo morfo aparecen mez­clados inse­pa­rablemente dos o más morfemas: en amé no podemos se­parar en la -é un morfo para la noción de "tiempo pasado", otro para la de "aspecto perfecti­vo", otro para la de "primera per­sona" y otro para la de "singu­lar" y varios conceptos gramaticales más, como sí podemos ha­cerlo (en par­te) en am-a-ba-s. Un único morfo "co­bija" dentro de sí a varios morfemas. A estos morfos que dan forma a varios morfemas se los llama (morfos) amalgama o morfos "porteman­teau" (con la pa­la­bra francesa que significa 'perchero').

También hemos visto que un morfema puede realizarse por medio de la ausencia de morfo . A estos morfos se los suele llamar morfemas cero o mor­fe­mas ø. Esto es habitual en español, donde el plural cuenta gene­ralmen­te con morfos "ll­e­nos" (=no ce­ro), mientras que el singular se repre­senta sis­temá­ticamen­te por medio de morfemas cero: libroø / libros. Pode­mos, pues, decir que un morfema cero es la ausencia significativa de un morfema. Que no haya un morfo implica la existencia de la oposición con un morfema que puede apare­cer en esa posición.

Otra curiosidad con la que nos podemos encontrar es el hecho de que hay morfemas representados por dos morfos separados. Si tomamos las formas de cualquier verbo español, nos daremos cuenta de que existen tiempos que quedan señalados por un morfema final (amaste, amabas, amarás, amarías...) y otros que cuentan con un morfema delante del lexe­ma y otro tras él: has amado, habías amado, etc. Algo parecido sucede con ciertos morfemas deriva­tivos: adormecer, abastecer, enjaular, empapelar, etc. que forman derivados de dor­mir, bastar, jaula y papel. En todos estos ejemplos no hay dos morfe­mas que "colaboren" para crear la palabra de que se trate, sino uno solo, dividido en dos partes. A este tipo de morfemas se los conoce como morfemas discontinuos.